El otro día me decidí a escuchar felizmente la comparsa “el brujo” cuya
grabación es en directo desde el Falla, abrí el Windows media y me puse a escuchar
tranquilamente: En la presentación la gente afanosa aplaudía y gritaba “vamos
por otro”, se abrieron cortinas cuando de pronto un silencio sepulcral se hico
en el teatro, silencio solo roto por la melodía que entonaba el punteo de una
guitarra, de pronto dos lagrimones se me cayeron por las mejillas, agudizándose
este sentimiento cuando la gente empezó a aplaudir DESPUÉS de que acabara la presentación.
He de explicar que estas lagrimas también fueron fundadas al
combinarse aquella situación con el recuerdo de ver la cabeza de un calvo levantado de su
butaca (durante más de media actuación) mientras yo intentaba escuchar sin éxito
la actuación de los muñecos de Cádiz crispándome el hecho de tener que
enterarme del final de los pasodobles al día siguiente en mi casa, puesto que
la gente empezaba a aplaudir tres cuartetas antes de que acabara. La razón es que
la gente no sabe aplaudir, no dejan escuchar las letras porque aplauden antes
de tiempo, no saben respetar al resto de personas que quieren escuchar al grupo,
y no la trescientas gilipolleces que los mal llamados aficionados dicen antes
de que comience cada actuación, no dándose siquiera cuenta de que están faltando
al respeto incluso al grupo del que son tan fanáticos, y al cual pueden
sancionar por tiempo, un valioso tiempo que estos energúmenos hacen perder,
mientras gente como esta humilde vaca desean en esos momentos que se implantaran
las mismas normas de silencio que hay en cualquier teatro no implantadas en el
Falla durante el COAC.
No digo que se radicalice esta postura de silencio, o que no
interactue el público, porque eso siempre ha sido así, pero sí que se debería
de hacer cuando proceda como ocurre en la mencionada actuación de “el brujo”.
Pero, se podría buscar una explicación a esto, puede que el público del
carnaval se haya expandido y ya no sea tan purista, ni tan experto como puede
que lo fuera en 1995, pero creo que es mas debido a la “fanatización” del
mismo, al hecho de que ese público ya no sea en parte un grupo de aficionados,
puesto que hay algunos que son más parecidos a un grupo hooligans, un fanatismo
indeseable que hace que, por una letra que hace 10 o 15 años no hubiera hecho
aplaudir ni a la madre del que la hizo, ahora levante de sus butacas a medio teatro,
lleno como no. de incondicionales que cantan en PRELIMINARES, POR DIOS,
campeones, campeones, al peor grupo que ha sacado un autor (no entrare en
detalles del grupo al que me refiero), un fanatismo radical que aplasta la
actuación de un grupo, por muy malo que este fuera, porque después cantaba el
grupo al que todo todos esos personajes
iban a ver (ojo con esto no critico a ningún grupo, sino a los fans radicales),
en definitiva un fanatismo poco recomendable.
Pero claro es que el problema no solo acaba aquí, y creo que
este fanatismo no solo trae consigo a malos aficionados que no dejan escuchar a
nadie, sino que creo que además trae de la mano a “el efecto estrellita”, o lo
que es lo mismo un corro de “piadores” que creen ser Caruso, Super Stars del
carnaval a los que los fanáticos le comen los webs (y más de una …..hasta aquí puedo
escribir), pero que después son incapaces de tener un gesto amable con los que
durante la actuación vociferaban su nombre, personajes que creen ser los
mejores sobre un “tablao” sin darse cuenta que aunque sea cierto que sean
buenos ya ha habido 20 iguales, otros 20 más que siguen estando y 40 mejores
que hubiera en su día, y lo peor aun es que el “estrellímetro” también salta
con más de un autor.
Sin embargo lo que de verdad me duele es que esta mala
afición y aunque me haya referido al principio de esta entrada a grupos
gaditanos, no solo se da en la tacita, también se da en este “joyo”, en este
boquete en el que ya hay gente que van
como palmeros insaciables de algún que otro grupo, y que califican de mojón a las demás agrupaciones, a pesar de ser
aficionados que no saben ni tocar la flauta dulce, fanáticos que ni escuchan ni
dejan escuchar, o esos fanáticos que van a la peña en vez de a escuchar a dar
por culo, fanáticos que van a ver a un grupo por lo bien que canta, sin echar
cuenta ni a lo que están cantando, o fanáticos que no te dejan respirar porque “ahí
sale su novio/a” pero tampoco te dejan escuchar gritando pamplinas como guapo a
su “pariento”; o que bonito, a una letra que ni siquiera a escuchado porque
estaba charlando con la persona del al lado. En resumen un montón de cosas que
no ocurrían “Cuando la gente sabía aplaudir”
Lo que son las casualidades vaca, antes de empezar a leer la entrada, tenía de fondo la actuación de "El Brujo"...
ResponderEliminarCoincido totalmente contigo en varios puntos, con lo de empezar a aplaudir antes de que acabe. Mira, Paco, profesor de guitarra el la escuela musical nos aconsejó que siempre en las actuaciones a la hora de acabar, "escucháramos" el silencio final y recapacitáramos sobre lo tocado. Y después resulta que ibas a las audiciones y antes de acabar ya estaban aplaudiendo... Pues eso.
Y por último, estoy bastante de acuerdo contigo con el fanatismo, que esta dañando tanto el carnaval y que ya, cualquiera es un entendido del carnaval.
Pues eso, esperemos que se vuelva a "saber aplaudir" porque si no estamos apañaos...
Saludos.